Por Ana Pereyra
Me fascinan los tiempos de campañas eleccionarias de República Dominicana porque están llenos de folcklor, combinados con vendedores de ilusiones, falsas promesas y lo que es peor mentiras a granel.Los políticos “viven” en el limbo y creen que los dominicanos sufrimos de amnesia y que en el término de cuatro años no recordamos sus promesas de campañas, que ellos olvidaron tan pronto se “terciaron la ñoña”.
Esos políticos creen que pueden jugar con la inteligencia del pueblo dominicano, que muchas veces sufre callado la indolencia e indiferencia de sus gobernantes.
Con palabras bonitas y rebuscadas no se va al supermercado, pero mucho menos se olvida que cuando estuvieron en el poder y no hicieron ni un “carajo” por el país que hoy dicen “que les duele”.
Todo esto viene al caso, luego de escuchar el domingo pasado la tan esperada proclama del ingeniero agrónomo Rafael Hipólito Mejía Domínguez, ahora conocido pueblerinamente como “Papá”, quien parece sufrir de alzheimer’s, porque olvidó cómo fue su gobierno durante su periodo presidencial.
En su mandato no hubo corrupción, el narcotráfico era nulo, el peso estaba a la par con el dólar, nuestra economía se podía comparar con cualquier país del mundo y siempre quedábamos bien “parados”.
Alicia, sí aquella del país de las maravillas era una “chivita jarta de jobos” delante de nuestra Quisqueya, pues vivíamos a todo confort, tampoco teníamos problemas de electricidad y la canasta familiar la teníamos de adorno en la mesa del comedor.
En su campaña anterior decía que cambiaría las computadoras por plátanos, hoy reconoce que la tecnología le ganó la batalla al mangú; la “cosa” esa llamada Constitución sufrió su transformación para su provecho personal.
Ese pedazo de papel que cambia cada cuatro años de acuerdo a la conveniencia del que esté trepado en la famosa “silla de alfileres”. Los políticos dominicanos no se respetan, pero mucho menos respetan a sus conciudadanos.
La libertad de prensa sufrió su embate y los periodistas eran irrespetados cuando algún comunicador osaba preguntarle algo que le irritara a “Papá” o a sus funcionarios, entonces eran tildados de “talibanes y babosos”.
Olvido el asesinato de “su senador” Darío Gómez, por estar en contra del narcolavado y como una docena de sus ayudantes civiles participaba en negocios no muy cristalinos que digamos. Entonces cabe preguntar ¿qué es lo que nos venden ahora, qué nos ofrecen que no esté claro en nuestras memorias?
Si van a luchar contra la corrupción deberían empezar por los ex-funcionarios y claro está, continuar con los del gobierno de turno, porque señores, si los metemos a todos en un mismo saco, no sacamos nada de ningún bando, porque todos quieren el “carguito” para saquear las arcas nacionales y el pueblo que siga viviendo la vida como si fuera un carnaval!
Ana Pereyra es una comunicadora quisqueyana, miembro del Colegio Dominicano de Periodistas, Seccional Nueva York.
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