Dice un frase
callejera, que hay que estar vivo para oir y ver cosas y que solo los mortales
podemos ver.
Toda esta
frasería o filosofía pueblerina viene a mi mente luego de leer las
declaraciones del padrasto de Jean Carlos de Leon, alias Cacón, quien era
buscado activamente por la Policía Nacional, en República Dominicana, por el
asesinato del teniente coronel Pedro
Cruz de la Cruz.
Este
“angelito” caído del cielo se había pasado su corta vida haciendo “bondades”, tenía
una historia llena de asaltos, sicariatos, robos y otras bellaquerías para “subsistir”.
Cacón, como
era conocido en el bajo mundo, era enemigo mortal del trabajo, las buenas costumbres y el vivir en
sociedad.
Ese
dilicuentico, como lo llama su padrasto, era una lacra social, y que no es
cierto que solo robaba para fumar, tenía todo un historial delictivo.
Pero como ya
murió, ahora es un héroe y hay que defender la forma en que murió, y hasta hay
que justificarle todas sus fechorias.
Los
delicuentes tienen en zozobra a la ciudadania, los robos están a la orden del
día, estas lacras viven llevando luto y lagrimas a muchos hogares dominicanos y
cuando caen, se arma la de troya.
Ya leí por
ahí, que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos piensa someter a la
justicia al Jefe de la Policia José Polanco Gómez, por la muerte del caballero
Cacón, quien tenía un rosario delictivo.
No es que
esté de acuerdo con el ojo por ojo y diente por diente, pero por Dios, qué nos
pasa? Entonces esos dueños de lo ajeno sí tienen derecho a darle p’a bajo. Al lado
y al centro a la poblacion?
Ellos sí
pueden salir a la calle desprovistos de conciencia y despojar sin misericordia
a cualquier ciudadano, quitarle la vida y seguir como si nada hubiese pasado?
Y lo que es peor, después de cometer sus fechorías,
por una casualidad, los agarran y lo sueltan en un santiamen y vuelven a las
mismas andanzas.
La Comisión
Nacional de los Derechos Humanos debería ser más humana y derecha con la
ciudadanía, que ya está cansada de tanta delicuencia, de asesinatos, asaltos, robos,
de manos de estos violadores de los mandamientos Dios.
Defiendan a
la población de estos desarmados, dejen que la policía haga su trabajo, tal vez
así la población pueda andar libremente por las calles de Quisqueya la Bella.
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