Por Ana Pereyra
La actual crisis económica que vive la nación tiene en zozobra a miles de empleados en todo el país, debido a la represión, humillación, discriminación, vejación y abuso de poder a que son sometidos miles de trabajadores para poder conservar sus empleos.
Son muchos los patronos que utilizan elementos represivos e intolerantes contra sus empleados, hasta el punto de que sus trabajadores se sienten, no sólo que sus derechos violados, sino que son tratados como si fueren indocumentados.
No importa cuál prestigiosa sea la empresa, en los actuales momentos para conservar sus puestos de trabajos, los empleados tienen que pasar por situaciones de abuso de poder.
Lo peor de esta situación es que los obreros no tienen quien los defiendan, ni muchos menos tienen a quien acudir, aun estando agrupados en sindicatos.
Los que están llamados a defender a sus miembros se hacen de la vista gorda, —aunque no todos— y sólo salen en defensa cuando son parientes o amigos; es como si existiera una especie de anillo.
Muchos representantes de los sindicatos se vuelven ciegos, sordos y mudos ante la situación de vejación, discriminación y abusos de sus miembros, porque en el pasado han cometido dolos contra la empresa y para ser reintegrados a sus puestos han tenido que someterse a las exigencias de los patronos.
Es vergonzoso ver cómo presidentes de sindicatos se vuelven títeres en manos de los patronos debido a su oscuro pasado, haciendo pobres e insignificantes defensas de sus miembros.
Entonces nuestra inquietud es ¿adonde deben dirigirse los empleados cuando el sindicato no les responde? ¿Cuáles son las organizaciones llamadas a romper el anillo de corrupción y complicidad entre los patrones y los sindicatos? ¿Dónde están los derechos de los empleados que religiosamente pagan por los servicios que no les prestan? ¿Es legal que los directivos sindicales sean cómplices de las vejaciones y abusos que en nombre de la crisis económica se cometen día a día contra los obreros?
Es difícil creer que en un país tan avanzado y en pleno siglo XXI, como Estados Unidos existan métodos de vejación y torturas sicológicas de parte de los empleadores y amparados por algunos sindicalistas, que por debajo de la mesa “resuelven” situaciones lamentables.
En muchas ocasiones estos abusos no son denunciados por miedo a perder sus trabajos, tomando en cuenta el alto índice de desempleo en los actuales momentos de crisis.
Los obreros se tragan sus lágrimas de impotencia, porque se sienten solos y desamparados.
¿Qué puede hacer el Departamento de Labores y la División de los Derechos Humanos en casos de vejaciones, abusos y tortura sicológica que sufren los trabajadores del país más rico del mundo?
¿Quién finalmente le pondrá el cascabel al gato y defenderá los intereses del trabajador burlado por la oligarquía patronal?
Ana Pereyra es miembro del Colegio Dominicano de Periodistas en NJ.
Ana Pereyra es miembro del Colegio Dominicano de Periodistas en NJ.
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