Por Ana Pereyra
Siempre creímos que el neopotismo, feudalismo y la repartición de posiciones en las instituciones, como si fueran herencias, sólo se veían en países como República Dominicana y otros de América Latina, donde la mafia y el abuso de poder es el plato de cada día.
Sin embargo, todos esos “detallitos” se encuentran en cualquier empresa en los Estados Unidos, donde el sindicato de trabajadores, o se hace de la vista “gorda” o participa clandestinamente en la repartición del pastel, sin cumplir la misión para lo que fue elegido.
Da pena, horror y hasta vergüenza, como instituciones “serias” sólo son pantalla de honorabilidad y decencia, cuando en verdad son una mafia, siempre amparado y a la sombra del sindicato.
En nombre de la crisis que afecta al país, los empleadores abusan y humillan a los empleados en complicidad con el sindicato, repartiendo posiciones y empleando nuevos trabajadores, sin respetar la “dichosa” señoría, que establecen los sindicatos en una empresa.
Los empleados se miden con diferentes varas, lo que depende del círculo a que pertenezca éste.
Tanto los empleadores como el sindicato, que fue elegido para velar y defender los intereses de los empleados, operan como herederos de un principado, donde sólo los reyes y faraones ocupan los mejores puestos.
Operan como círculos sociales, donde la función principal es llevar ante los espectadores presentaciones de payasos.
El abuso laboral no tiene comparación, los indocumentados tienen mayor privilegio y todo eso sucede en Estados Unidos en pleno siglo 21.
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