Por Víctor Díaz
Cerca de 500 años antes de la era cristiana, fue necesaria una revuelta popular para derrocar a los Decemviros, que haciendo uso de los poderes que le habían conferido las instituciones política romanas, establecieron una tiranía.
Los Decemviros quisieron sobreponerse a instituciones arraigadas y sólidas de la época como el senado, los cónsules y los pretores, acción que el pueblo romano enfrentó con decisión para restablecer sus mecanismos de representatividad.
En la República Dominicana aun quedan secuelas de la revolución de abril de 1965, cuando el pueblo tomó las armas para exigir la vuelta a la constitucionalidad, violada por el golpe de estado al gobierno elegido un año antes. La revolución del 65 buscaba reestablecer las instituciones que hasta el momento representaban sus conquistas.
Mas recientemente, en la República de Honduras, la crisis que desató el golpe de estado al presidente electo por las instituciones democráticas vigentes, dejó al país sumido en una profunda división que hoy persiste y que impide que varios países de la región aun no acepten a Honduras como país con legitimidad para las relaciones normales entre las naciones.
Las instituciones son conquistas del pueblo, son el fruto de largos años de exigencias y duras batallas. A veces son el fruto del derramamiento de sangre y estados de opresión. Son el fruto de la dialéctica misma. Las instituciones, es decir las conquistas, no están sujetas a caprichos.
Es por ello que mueve a reflexión las declaraciones recientes del Ministro Evangélico y coordinador del movimiento Batalla de la Fe, Ezequiel Molina, en el sentido de que se debe cerrar el Congreso de la República.
El argumento del ministro se centra en el ahorro de millones de pesos que pueden destinarse a la educación.
Si bien es valido el pedido de más recursos para la educación, que debe ser el eje fundamental del desarrollo del país, el mecanismo propuesto por Molina es inaceptable desde toda lógica, por las consecuencias que genera.
El Congreso Nacional es una institución conquistada por el pueblo dominicano a fuerza de sable y machete, de trabuco y pólvora. Una institución que ha costado la vida de muchos de los mejores hijos de nuestra patria y el luto de miles de madres. Es una institución que como el conjunto de instituciones que componen el Estado, necesitan preservarse, fortalecerse, defenderse por la salud y el futuro de nuestra tierra.
Proponer el cierre del congreso, no es solo desconocer lo que ha significado su conquista, es además desconocer la historia y las consecuencias que se han derivado de aventuras que han pretendido violar el orden institucional de un país en cualquier época. Las instituciones de los pueblos, representan su presente; y sobre ellas descansa su futuro.
Este trabajo esta dedicado al investigador, compañero y amigo Ramón Ventura Camejo.
El autor: es el Presidente de la Seccional del PLD en New Jersey
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