Tal vez no lo lleguemos hacer por completo, pero Dios nos ha llamado a no cesar en ese proceso constante, probablemente infinito, de ser cada vez mejores, de ir cambiando nuestro corazón de piedra por un corazón que agrade a Dios y que sirva a los demás, lo que la palabra llama “santificación”.
Esto no nos lo da el ir todos los domingos a la Iglesia, decir “me convertí”, ni el estar hablando constantemente de Dios. Esa santificación nos la dan nuestras acciones, la coherencia entre lo que queremos ser, lo que decimos que somos en Cristo y lo que realmente somos.
La santificación es un llamado del Señor a que seamos fuertes en la fe y firmes ante a lo que aprendemos de la palabra de Dios. (Josefina Navarro)
viernes, 22 de abril de 2011
SEMANA SANTA: "La voluntad de Dios es que sean santos"
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