“Hoy, “es justo y necesario” (remedando nosotros la liturgia católica) que las personas conscientes de las necesidades patrias vayan a las urnas; que voten por el candidato presidencial que ellos crean que pueden hacer lo mejor por el país. ¡Es un deber patrio! “
Allá por el año 1962, en el poblado de Palma Sola, en la cercanía de Las Matas de Farfán, oíase un canto de tinte político religioso, que así decía:“Nosotros los liboristas, no queremos tiranía; aquel que dio su voto, dio lo que tenía”. Era un estribillo escrito por no sabemos quién, pero que era un cántico que entonaban en sus cultos los hermanos Ventura; aquellos muchachos adultos que le rendían culto a la memoria de Olivorio Mateo, un barbudo predicador de la dominicanidad, a su estilo, y critico furibundo de la ocupación militar y política norteamericana en los asuntos dominicanos, allá por la segunda década de los años novecientos.
Traemos eso a cuento, por la cercanía ya de las elecciones presidenciales en la Dominicana tierra, y los temores de que se hagan manejos deshonestos que puedan afectar la pureza de aquellos comicios.
A nosotros nos tocó estar presentes en parte de los sucesos de Palma Sola, debido a nuestro oficio periodístico. Aquella masacre, nos atrevemos a pensar, no será aclarada nunca; ni mucho menos la muerte del general Rodríguez Reyes quien en medio de humos, gases lacrimógenos y otros humos más distintos, perdió la vida en el sitio aquel.
En tiempos de elecciones, común es que los de uno u otro bando hablen de posibles fraudes electorales; que se haga eso, no es saludable, pero en tiempos idos -no muy lejanos- de maneras diferentes, quedó demostrado que en una u otra elección, se cometieron fraudes de distintos tamaños. Y de estilos.
A esta fecha, en que se supone que la democracia dominicana ha alcanzado mayoría de edad, no es muy probable que se detecten fraudes; por lo menos de tamaño descomunal. Aunque se sabe de los compradores de votos de última hora que se valen de quienes no tienen escrúpulos ni piensan en el futuro del país, para vender su voto por doscientos o cuatrocientos pesos.
En la historia electoral dominicana hay hechos vergonzosos; los hay, también honrosos. Y asimismo, truculentos. Hay un cúmulo de anécdotas en que se juega con lo de las elecciones, pero a medida que la democracia criolla va tomando cuerpo, hay que comprender, valorizar y respetar el valor del voto.
“Préstame tu voto, hermano” decía el político y politólogo Juan Isidro Jimenes Grullón, cuando en 1962 quería alcanzar la Presidencia de la República al través de la Alianza Social Demócrata.
Hoy, “es justo y necesario” (remedando nosotros la liturgia católica) que las personas conscientes de las necesidades patrias vayan a las urnas; que voten por el candidato presidencial que ellos crean que pueden hacer lo mejor por el país. ¡Es un deber patrio!
Para la meditación de hoy:
¡Usa tus esperanzas! ¡Dales vida, fuerza…! Que ellas trabajarán con entusiasmo en la creación y realización de tu plan. La esperanza es un soplo de divinidad que nos viene de Lo Alto…
Reginaldo_Atanay@yahoo.com
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