Los partidos en República Dominicana han convertido la política en el más grande prostíbulo de América Latina, donde el que más paga se queda con la presa.
Que me perdonen las prostitutas, que son mujeres que dan lástima, porque muchas veces no escogen su destino, sino que la desigualdad e injusticia social las lleva por ese sendero.
Cuanta desfachatez y cuanta doble moral, cuantos acuerdos de aposentos y como un burro puede llamarle orejú a otro.
Cada día nuestro país va por una pendiente donde los políticos que deberían ser objeto de admiración, respecto e imitación, son unos charlatanes que se venden como chatarra al mejor postor, en busca de mayor prebenda para sus bolsillos y no para el bien común.
Nuestros políticos cambian de “ideales” y de partidos, como se cambian de ropa interior; su moral es tan cuestionable, que apuesto a que no creen ni en ellos mismos; de ahí, tal vez, el dicho popular “el ladrón juzga por su condición”.
¡Qué carencia de criterio y de ideología! ¿Cuándo terminaremos con el oportunismo? Pareciera como si la vergüenza y la moral fueran verdes y se las comieron los burros.
¡Cuánta falta hacen en el país hombres y mujeres capaces de enfrentar el oportunismo y a estos políticos corruptos, que ven la paja en el ojo ajeno…!
Los candidatos hacen y recurren a cualquier “método” para llegar al poder y saquear el patrimonio público; hablan de “sacrificios” del “dolor” del país, pero el sacrificio y el dolor es llenarse los bolsillos.
Los candidatos se acusan mutuamente de corruptos, pero cuando un funcionario es cuestionado por actos reprochables y por hache o erre se cambia para el otro bando, ese que lo criticó lo recibe con los brazos abiertos. Vaya doble moral.
No termino de comprender a los políticos, un día dicen que tan pronto asuman el poder someterán a la justicia a todo aquel que haya cometido dolo contra el patrimonio público, sin embargo, lo acoge en “su santo seno” y no entiendo como un funcionario le muerde la mano al gobierno que no sólo le dio de comer, le aceptó que cometiera actos de corrupción.
Otros son más osados, o tal vez más cínicos, y declaran que al llegar al poder no someterían a tal o cual funcionario, “porque ese es mi amigo”, aunque se esté demostrando que ese personaje tuvo sus “debilidades”.
Es decir, que los sometimientos ¿también tendrán colores, sabores y selecciones? O que “orgullosos” podemos estar de nuestros políticos, que cada día enarbolan la bandera de la “decencia” y “la doble moral”.
¿Qué será lo que tiene el “carguito” que todo el mundo quiere treparse en la silla de alfileres?
¿Dónde está la entrega desinteresada con el pueblo? Mientras existan los prostitutos metidos a políticos, no lograremos ver a los políticos prostitutos pagando por su traición, y estaremos no solo de mal en peor, sino batallando en la guerra de vergüenza contra el dinero.
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