Era más de
la medianoche, su terror era llegar a un semáforo y que estuviera en
Rojo; para no tener que detenerse,, la delincuencia observa y
sorprende, siempre decía.
La noche era
lluviosa. Las aceras estaban decorada cada cuadra por bípedos implumes vestidos
de vegetales. Con fusiles en manos, los estómagos vacio y la cabeza sabe Dios
donde.
“Nosotros de
yuca, con hambre, y salario de miserias; porque un grupito se lo ha robado, y
lo peor que tenemos que protegerlos’ comentaba uno hace unos días, mientras me
decía: -Jefe, que hay pa’ los refrescos-.
Los charcos
de agua eran interminables; como la fortuna de los miembros del Comité
Político del PLD.
“Si usted no
quiere a una mujer; déjela, pero NO LA MATE. No sea usted
pendejo, arruinándose su vida para nada. Y arruinándosela a sus hijos, a
su madre, si a la suya; pues usted termina o muerto o preso”. Escuchaba
en una ruidosa guagua anunciadora de paso.
“Pero que se
puede esperar de unos jueces que mandan archivar un expediente por robo, de uno
que se ha robado más que todos los presos juntos que están en la victoria;
vayan to’ pal carajo”; decía hablando solo, o lo parecía, un individuo
que me limpiaba el cristal en un semáforo.
El
desmontarme en un Colmado, en un grupo que jugaban domino, otro se lamentaba;
“Todo es allante; ¿usted ha visto algún empresario o ingeniero sometido por
emplear Haitianos ilegales? Verdad que no,,, bueno es para que usted vea si hay
alguna lucha real contra la invasión pacífica de estos”.
¿Cuál estado
y cuál patria? A ambos lo mataron juntos con Trujillo atinó a decirme un
carnicero.
La única
esperanza es una alianza de la que los sectores productivos, de los
que tienen el billete, para impulsar los cambios que requiere el país;
sobre todo el rescate de la justicia. Porque los de abajo ni se molestan en movilizarse;
no se sabe si es por las frustraciones, miedo, falta de fe o que no
creen en nadie ya?
Hay que
incluir en los tribunales la figura del Jurado, donde estos califiquen
los hechos y los jueces impongan las penas según corresponda; para
adecentar la justicia, expuso otro de los presentes dando un puño en el
mostrador.
Afuera, el
cielo estaba grumoso y oscuro. Anunciaba fuertes lluvias. Las calles estaban
oscuras, húmedas y vacías. Lo árboles se movían en calma; sus ramas danzando al
compas del viento. Mientras los
militares observan indignados; la mayoría indecisos entre el deber o la
justicia, ante tanta impunidad.
Al llegar a
mi casa con algunos mandados en mano, siento el mismo panorama, hasta los
árboles del parque se mueven al mismo compas, goteando el rocío; así como el
pueblo recibe el dolor. Y con coraje pienso en lo que puede suceder en
este país si los de abajo nos uniéramos y enfrentáramos a tantas pirañas que
aqui llamamos políticos?
El autor es
presidente del Partido Quisqueya Potencia –PQP-
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