martes, 8 de enero de 2013

El delicuentico


Por Ana Pereyra

Dice un frase callejera, que hay que estar vivo para oir y ver cosas y que solo los mortales podemos ver.

Toda esta frasería o filosofía pueblerina viene a mi mente luego de leer las declaraciones del padrasto de Jean Carlos de Leon, alias Cacón, quien era buscado activamente por la Policía Nacional, en República Dominicana, por el asesinato del  teniente coronel Pedro Cruz de la Cruz.

Este “angelito” caído del cielo se había pasado su corta vida haciendo “bondades”, tenía una historia llena de asaltos, sicariatos,  robos y otras bellaquerías para “subsistir”.

Cacón, como era conocido en el bajo mundo, era enemigo mortal del  trabajo, las buenas costumbres y el vivir en sociedad.

Ese dilicuentico, como lo llama su padrasto, era una lacra social, y que no es cierto que solo robaba para fumar, tenía todo un historial delictivo.

Pero como ya murió, ahora es un héroe y hay que defender la forma en que murió, y hasta hay que justificarle todas sus fechorias.

Los delicuentes tienen en zozobra a la ciudadania, los robos están a la orden del día, estas lacras viven llevando luto y lagrimas a muchos hogares dominicanos y cuando caen, se arma la de troya.

Ya leí por ahí, que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos piensa someter a la justicia al Jefe de la Policia José Polanco Gómez, por la muerte del caballero Cacón, quien tenía un rosario delictivo.

No es que esté de acuerdo con el ojo por ojo y diente por diente, pero por Dios, qué nos pasa? Entonces esos dueños de lo ajeno sí tienen derecho a darle p’a bajo. Al lado y al centro  a la poblacion?

Ellos sí pueden salir a la calle desprovistos de conciencia y despojar sin misericordia a cualquier ciudadano, quitarle la vida y seguir como si nada hubiese pasado?

Y  lo que es peor, después de cometer sus fechorías, por una casualidad, los agarran y lo sueltan en un santiamen y vuelven a las mismas andanzas.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos debería ser más humana y derecha con la ciudadanía, que ya está cansada de tanta delicuencia, de asesinatos, asaltos, robos, de manos de estos violadores de los mandamientos Dios.

Defiendan a la población de estos desarmados, dejen que la policía haga su trabajo, tal vez así la población pueda andar libremente por las calles de Quisqueya la Bella. 

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