Este es un momento de grandes cambios para el mundo
entero, incluido Estados Unidos, una nación que fue fundada por gente muy
previsora, que interpretaron en el siglo XVIII, lo que pudiera suceder
doscientos años después. Se puede apreciar este concepto en la construcción
pública; todo esta hecho "para después", para el porvenir.
El día inaugural del puente George Washington, 55,000
vehículos de motor lo cruzaron, aunque la media diaria durante ese primer año
no pasó de 15,000 autos por día. Hoy día, más de 300,000 vehiculos atraviesan
el GWB diariamente; sólo hubo que hacer los cambios que estaban previstos y el
Puente funciona, 82 años después. El subway, que costaba inicialmente 5
centavos, fue cencebido para transportar millones de personas cien años
después; funciona con la estructura inicial.
Paterson, que es considerada como "La cuna de la
revolución industrial en América" es una ciudad típica Americana, que no
resistió el paso del tiempo, con los cambios que ello implicaba; pero fue
diseñada para actualizarse, cuando fuere necesario. Al momento de escribir
estas lineas, "la ciudad de seda" dista mucho de volver a ser la meca
de la industria textil que una vez fue y la razón, todos sabemos que es la
existencia de China, ese monstruo que el capitalismo dejó crecer y que amenaza
con engullir a todos, por la avaricia de los ricos de producir por centavos y
no pagar prestación alguna a los trabajadores.
Paterson, que es considerada como "La cuna de la
revolución industrial en América" es una ciudad típica Americana, que no
resistió el paso del tiempo, con los cambios que ello implicaba.
Sin embargo, la pionera y abandonada Paterson, puede
volver a adquirir su brillo de otrora; porque Paterson como todas las
estructuras de este país fue diseñada para readaptarse a las nueva condiciones.
El espiritu de la sobre vivencia, de la transformación, del reagrupamiento,
ronda en cada una de las calles de esta ciudad emprendedora, pionera, meca de
la producción masiva.
Ese fantasma progresista, que habita en Paterson, no está
ya en sus viejas construcciones comerciales, ni sus desvencijados hangars, que
otrora albergaron a millares de operarios de la industria de la costura sino,
en la mente de cada uno de sus habitantes; la esencia de esa época de esplendor
y derroche aún revolotea en las cabezas de los patersonians, que se niegan a
permanecer - como espectadores de cine - en las afueras del celuloide.
La gente de Paterson sabe que no puede repetir ese pasado
de grandeza ida, pero también sabe que si se organizan, si se alinean detrás de
un gran capitan, tiene oportunidad de resurgir como ave fénix, de sus propias
cenizas.
El asunto es encontrar quién puede ser ese conductor
especial que devuelva a Paterson, no la gran época y pasada sino, la
determinación de romper ese rodar colinas abajo que lleva lustros
ininterrumpidos. Ese maquinista sin par, tiene que ser una hechura de Paterson.
Tiene que haber crecido, estudiado, vivido en la Ciudad de Seda. Más que un
profeta - que no lo ha ser en su tierra - debe ser un redentor, un guerrero de
la vergüenza, un animal de galaxia, u n ente político manifiesto.
Yo, que solo siento respeto y agradecimiento por la
Primada industrial de New Jersey, me permito sugerir a su gente, que busque en
el cofre de los hechos, que hurgue en lo más profundo de sus propias entrañas,
e identifique esa persona que tiene ese gran compromiso con Paterson.
Esa reserva moral existe y ha estado actuando de manera
pública e ininterrumpida durante las últimas tres décadas. Le ha servido a
Paterson desde su juventud, con esmero y constancia, desde estamentos donde
deben primar la sensibilidad ética y la honestidad, los elementos básicos de la
justicia.
Debemos precisar que el dirigente que hoy procuramos para
relanzar esta histórica ciudad, en forma alguna puede ser un líder de
trayectoria ordinaria y tradicional. Se necesita álguien que inyecte y proyecte
una nueva dinámica de lucha, acorde con las necesidades y características tan
particulares que hoy tiene Paterson.
El Paterson de hoy presenta una sin ingual diversidad
étnica, pluralidad social y presencia conjunta de los más diversos origenes y
culturas. Por eso, la persona seleccionada debe tener la habilidad probada de
interactuar con los diferentes grupos que inciden y al mismo tiempo ser parte
de ellos.
Se trata de refundar a Paterson, emulando al viejo Bill
en los años finales del siglo XVIII. Se trata de retomar su bandera, con la
gallardía que impone el tiempo y honrar su memoria, como el lo merece. Para eso esta María Teresa Feliciano.
*Autor:
Rolando Robles, comunicador dominicano, editor de El Rumbo de Nueva
York
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