miércoles, 23 de julio de 2014

Como decimos los dominicano

Por Ana Pereyra 
La ley 168-13 se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para muchos, para otros una especie de negocio, y para los restantes, en un problema del tamaño de la miseria que vive el planeta.
 
Creemos que nunca antes en el país habían desfilado tantas personalidades con un mismo fin y propósito: inmiscuirse en un asunto que solo les compete a los dominicanos.
 
Hasta donde he sabido, somos soberanos, libres e independientes y como tal, el gobierno está en capacidad y libertad de actuar, sin que terceros, de otras naciones o instituciones internacionales nos “aconsejen” para que  tomemos tal o cual decisión.
 
La República Dominicana es “grandecita”. Creo que hasta alcanzó la “mayoría” de edad, tiene una independencia de unos 170 años, lo que permite a sus gobiernos tomar sus propias decisiones.
 
Todo este malestar e incomodidad,”quille” o "enculillamiento" (como decimos los dominicanos), es porque desde que salió a la luz pública la “dichosa” naturalización de los extranjeros, se han levantado tantas voces a favor de los ciudadanos haitianos, que estamos perdiendo el norte.
 
Como si fuera la alfombra roja de una entrega del Oscar, han desfilado por las escalinatas del Palacio Presidencial, personalidades de la talla del vicepresidente norteamericano Joe Biden, el secretario general de la UNO, Ban Ki-Moon, el presidente haitiano Martelly y el consejero europero, Herman Van Rompuy todos con un solo propósito: abogar por los haitianos, presionando al gobierno y a las autoridades dominicanas para que “legalicen”  a estos ciudadanos.
 
Luego de todas estas intervenciones a favor de los haitianos, se nos ocurre preguntar ¿qué están haciendo la ONU, la Unión Europea y los Estados Unidos por lo más de 12 millones de inmigrantes ilegales que viven en  el país norteamericanos y los miles  de indocumentados en el Viejo Continente? Deberíamos, primero, antes de inmiscuirnos en los asuntos internos de un país libre y soberano, poner en orden nuestra casa. Aunque sé que es difícil ver la viga en los ojos ajenos.
 
Creemos que los haitianos no son responsabilidad de los dominicanos. Somos un país pobre, que apenas podemos subsistir, además de ser libres para tomar nuestras propias decisiones.

Si la situación migratoria de los haitianos, que reconocemos es triste, es tan preocupante para esos países, que son grandes potencias, ¿por qué no le buscan ellos una solución al problema, que no sea ni fusionar las dos islas, ni echarle el paquete a Dominicana?
 
Tanto los países europeos como Estados Unidos tienen más recursos que Quisqueya. ¿O van a venir con el “cuento” de que República Dominicana les pertenece a los haitianos, porque durante 22 años nos tuvieron bajo su yugo?
 
“No way José”. Si les duelen tanto, llévenselos por balsa, y no los intercepten ni los devuelvan para Haití cuando estos ciudadanos llegan a puertos norteamericanos en frágiles embarcaciones.
 
Les exhorto a estas personalidades que resuelvan el problema haitiano como deseen y que dejen al gobierno dominicano legítimamente establecido, a que tome sus propias decisiones.
 
Creemos que cada cual debe rascarse con sus propias uñas, y no me “vengan” los restantes a decir es muy fácil cuando se está sentada en la otra banca, que de chantajes también estamos “jartos”, así, a lo dominicano.

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