Los adoramos y no podríamos
vivir sin ellos, pero ciertas frases masculinas son capaces de sacar
de quicio a la más equilibrada de las mujeres.
“¿Pero de qué estás cansada si no
hiciste nada en todo el día?”: ¿Es en serio esta pregunta? El hecho que te
quedes en casa y él salga a trabajar no quiere decir que te tiras a dormir. Te
encargas de limpiar la casa, ordenar todo, asegurarte de que todo esté bien y
si tienes hijos obviamente debes atenderlos y esa no es una tarea fácil.
“Perdón, ¿tu no estabas a dieta?”. Claro, seguro que lo estás o simplemente cuidas tu salud y comes cosas saludables, pero el fin de semana te antojas y quieres un rico postre o una grasosa hamburguesa. Ellos no lo dicen con la intención de molestarte ni piensas que estás gorda, pero lamentablemente eso es lo que pensamos cuando esta frase sale de su boca.
“Siempre te
olvidas de comprar algo.” Fuiste hacer las compras de la semana, te
aseguraste de incluir en el carrito todo lo de la lista y se te pasó esa
cervecita del domingo, entonces llegas a casa y con un tono de indignación
absoluto ellos sólo critican aquello que olvidaste. Pudieron acompañarte para
empezar.
“¿Y si nos quedamos en casa y preparas algo rico?.” Te
compraste un lindo vestido, fuiste a la peluquería, te maquillaste y estás hecha
una modelo de pasarela porque habían quedado salir, de pronto él se desparrama
en el sofá porque está cansado y sugiere que TÚ cocines para él mientras ven
algo en la televisión.
“Te llamo
cuando termine el partido ¿está bien?.” Lo entendemos, el fútbol es
una de las cosas más sagradas para ellos y está bien. El problema surge cuando
ya habían quedado en hacer algo y él lo cancela por ver un encuentro con sus
amigos y a ti te deja de salo. ¿Lo peor? Sabes que esos 90 minutos para él no
existes.
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