El presidente estadounidense, Barack Obama, volvió a desafiar los dictados del
protocolo para ir a un restaurante de comida mexicana y comer
un burrito junto a cuatro trabajadores.
El improvisado almuerzo tuvo lugar este lunes en el barrio de Woodley Park, en Washington, adonde el presidente llegó en limusina para acudir a una reunión con familias trabajadoras organizada en un hotel local.
El mandatario se
bajó del vehículo y caminó un par de bloques hasta un
restaurante en gafas de sol y mangas de camisa.
En el discurso posterior Obama dijo que el burrito "estaba muy rico"
y que echaba de menos la posibilidad de "andar por la calle y hablar con
la gente", según informó la agencia EFE.
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